Entre el cielo y la tierra se alza esta villa, donde la piedra dialoga con el blanco puro de sus volúmenes.
La luz se filtra a través de grandes ventanales, bañando cada rincón con reflejos cambiantes a lo largo del día.
Los espacios se abren y se suceden con naturalidad, difuminando los límites entre interior y exterior.
Es un refugio contemporáneo que respira calma, donde el diseño se convierte en paisaje y el hogar, en experiencia.