2024
La villa se erige como una pieza de arquitectura contemporánea donde la pureza de las líneas y la calidez de los materiales se funden en armonía.
Un volumen blanco, suspendido y limpio, contrasta con la solidez de la piedra natural que reviste su base, evocando raíces firmes ancladas a la tierra.
La luz, cuidadosamente integrada en cornisas y aleros, baña la fachada y resalta las texturas, transformando la vivienda en un faro cálido al caer la tarde. Los grandes ventanales y huecos estratégicos abren el interior hacia el paisaje, diluyendo los límites entre dentro y fuera.
En el porche, la cubierta flotante descansa sobre pilares esbeltos y oblicuos, como troncos que sostienen un refugio suspendido. La terraza y la zona de comedor exterior invitan a prolongar la vida hacia el jardín, en un diálogo constante con la naturaleza y el cielo cambiante.
Es una casa que combina carácter y serenidad, contemporaneidad y tradición, pensada para ser vivida tanto como contemplada.